Ana y Loreto: ¿Cómo te descubriste como artista, Soledad?
Soledad: Yo creo que tenía 6 años. Dibujaba mucho y copiaba cosas, y mi madre decía que tenía mucho talento y tenía que dedicarme a eso. Cuando estaba terminando el bachiller, mis padres me pusieron en contacto con unos amigos suyos artistas que tenían estudio en Valencia y daban clases. Y coincidieron en que sí, que tenía que hacer Bellas Artes, pero eso era ya más conflictivo porque no entraba en la mentalidad de mis padres.
A y L: ¿Sentiste al acabar Bellas Artes que no tenías opción, que no podías dedicarte a otra cosa que al arte?
S: Eso lo sabía mucho antes de acabar Bellas Artes, para lo cual tuve muchos problemas con mi padre, que se negaba, que no quería que me dedicara a eso. De hecho, me prohibió que fuera en varias ocasiones a la Escuela y recuerdo que en el último curso, en el que las clases eran ya pedagógicas y teóricas, me dijo que no volviera. Unas amigas me ayudaron entonces a terminar de pagar las clases para poder acabar la carrera.
A y L: ¿No había más artistas en tu familia?
S: No, no había tradición, yo era la única.
A y L: ¿Cómo descubriste que tu medio de expresión era la pintura y no otro?
S: La verdad es que tampoco se descubre. Realmente, tú te pones a hacer eso y ahí estás cómoda; te gusta, disfrutas y sigues por ahí.
A y L: ¿No intentaste otras disciplinas antes de la pintura o a la vez que pintabas?
S: No, porque en aquellos momentos estaba todo muy compartimentado. O era pintura o escultura. Aunque había una clase común en Bellas Artes que era modelado, hacer trabajos con barro, pero que a mí no me interesaba ni me gustaba nada. Lo tenías que hacer y aprobar, pero yo sabía que por ahí no iba mi camino. Con el tiempo eso se ha transformado, ahora ya no es pintura y dibujo. Incluso cuando yo estaba de profesora aquí en Granada y tenía como asignatura Escultura Polícroma, ya no hacías caso de eso y dabas lo que querías, lo que te gustaba y te apetecía.
A y L: Cuando trabajas en tu estudio, ¿existe alguna fuente de inspiración, alguna otra disciplina?
S: No. Normalmente la fuente de inspiración es un tema que tienes, que te interesa, que en algún momento has visto que por ahí es por donde tú tenías que ir. Un tema que te atrae, y por el que te interesas; un tema sobre el que te informas, lees o viajas; y lo ves, lo descubres.
A y L: ¿Los temas los buscas o te encuentran ellos a ti?
S: Normalmente los temas te encuentran a ti, y tú dices “¡qué maravilla!”
A y L: Como ocurrió con el Festival de Música y Danza de Granada.
S: Eso fue porque Pablo Heras, director del Festival en ese momento, le preguntó a José Valllejo a quién se le podía encargar el cartel y él le mandó mi instalación de Córdoba. Inmediatamente, Pablo quiso eso.
A y L: ¿Tienes alguna sistemática de trabajo?
S: No, no. La rutina es que por encima de todo hay que entrar en el estudio, sea como sea. Incluso cuando los niños de pequeños se ponían malos y había esperas larguísimas en el médico, yo me proponía estar en el estudio dibujando a las 7 y, si a las 7 después de 2 o 3 horas allí, no nos habían atendido, me iba. Luego, cuando me llamaban preguntando por qué me había ido, contestaba: “si he llegado a las 5 y no has tenido el detalle de atenderme, porque había 7 delante, ¿por qué citas a tantas personas?”
Hay que trabajar todos los días, hay que sacar unas horas al día para trabajar como sea. Esto de la pintura o el arte es una profesión muy especial. Como Rafa Nadal: si no está todos los días entrenando, no va a ganar. O como Pablo Heras: si no ensaya todos los días con la orquesta, ¿cómo va a tocar bien? Pues esto es igual, tienes que estar todos los días al pie del cañón, la disciplina es primordial. Aunque no te puedas poner todos los días a la misma hora: pero sabes que todos los días tienes que ponerte a trabajar, sea como sea.
A y L: ¿Hay alguna obra que haya sido especialmente importante para ti?
S: Normalmente la última es la que más te interesa y la que es más especial para ti. Luego se quedan en el pasado y dejan de tener influencia.
A y L: ¿Por eso no te gustó tanto cuanto te invitaron a exponer en el José Guerrero una retrospectiva de la serie de la Alhambra? ¿No era lo que te hubiera gustado exponer?
S: Claro. La directora entonces del José Guerrero, Yolanda Romero, me proponía eso, pero yo decía: soy una artista en activo. Que me traigas aquí con las Meninas o las Alhambras… pues no me interesa nada.
A y L: ¿Y por qué crees que pasa eso?
S: Son generaciones que son de otra manera; lo suyo es la pantalla, el movimiento. Y ha pasado que lo que hacemos ya no le interesa a nadie. En el fondo y en general, la pintura no interesa, es como la poesía. ¿Quién lee poesía? Cuatro. Pues esto es igual. Pintura y poesía son producciones del alma que seguirán ahí siempre, seguirán siendo importantes y las practicaremos quien sea, pero no es el interés general y común. No estamos ya en los años 80, donde la pintura era muy importante y todo el mundo compraba un cuadro. Ahora eso ya pasó.
A y L: Sabemos que muchas veces hay que –no solo desmontar- sino destrozar las instalaciones que has hecho. Por ejemplo, así paso con “Escrito en los cuerpos celestes”; ¿no te apena?
S: No, no. Incluso bastantes de mis instalaciones desaparecen porque son con flores, con humo, etc. No me importa y de hecho creo que, eso de que sea en un momento concreto, es un valor añadido.
Lo que me daba un poco de pena de que desapareciera la exposición del Palacio de Cristal era que había sido una gran inversión, que había supuesto mucho dinero. Incluso la habíamos cubicado porque esa me la produjo el Museo Reina Sofía. La calculó mi hijo que es ingeniero y era como un mecano, una estructura de planchas de diferentes tamaños que se podía apilar. Todo eso desmontado y guardado no cubicaba mucho y se lo dije al director. ¿Por qué no lo guardáis, que es fácil hacerlo y no abulta mucho (tienen almacenes inmensos)? Pero respondieron que no, que si tenían que volver a exponerla se volvería a hacer, porque era menos costoso eso que almacenarla.
A y L: ¿Consideras importante tener un lugar al que volver y en el que reconocerse? ¿Se trata de lugares espaciales o más bien lugares interiores o creados por las personas? ¿A qué lugares o ciudades vuelve Soledad Sevilla?
S: A Granada.
A y L: ¿También a Madrid?
S: No, no. A Madrid no tanto emocionalmente como en tanto que es -posiblemente- la mejor ciudad para mi trabajo, para mis inquietudes y mis aspiraciones, que son estar en contacto con el arte, con lo que se produce, lo que se puede ver. Con que si yo salgo de mi casa puedo ir a ver alguna exposición en cualquier momento. Eso es Madrid más que otra cosa. El hecho de haber vuelto a Madrid es porque dejó de interesarme Barcelona y allí ya no estaba bien, ya no estaba cómoda, así que se juntó todo un poco. Barcelona para mí se había superado y Madrid era lo mejor en este país para mí.
A y L: Pero vemos que donde más te reconoces es en Granada, es a donde más vuelves.
S: Sí, sí, más a Granada.
A y L: De tu estancia en Boston, ¿hubo algo que te dejara esa experiencia americana?
S: La experiencia americana me dejó claras mis raíces españolas. Me fui a finales de los 70 porque este país estaba tan cerrado, tan en blanco y negro, que fui a los Estados Unidos como la gran apertura. Y eso bien, pero cuando llegué allí me di cuenta de que mi cultura y mis raíces estaban aquí. Significó descubrir desde fuera de dónde eres y qué es lo que realmente valoras y aprecias.
A y L: Pensando en las ciudades como plataformas del arte y de ese mercado, ¿piensas que ahora mismo hay que pagar peajes ideológicos para triunfar en el mundo del arte? ¿Hay que renunciar a veces a lo que uno quiere y piensa para triunfar ahí?.
S: No, yo creo que no, y me parece que por eso precisamente no entran, porque renuncian a lo que son y piensan. Yo he tenido siempre claro que lo único que me importaba de verdad es que la obra me funcionara a mí en el estudio. Después, lo que pasara fuera no me importaba un rábano, lo digo en serio. Exponer, no exponer, tener o no tener… yo iba a mi bola y lo que quería lo seguía haciendo. Y con el tiempo, si hay vocación y cierto talento, ya está, no necesitas más. Eso sí, con el tiempo. ¿Y qué quiere decir eso? No te harás rico, no te harás famoso, pero tendrás tu hueco. Y respecto al mercado, no existe. Da igual que estés dentro o fuera, porque en este país no hay mercado para el arte ni para los artistas.
A y L: ¿Ni para el coleccionismo?
S: No, el coleccionismo se acabó, los cuatro que había no sé dónde están. Ya ni en Granada ni nada.
A y L: ¿Y ARCO, que sigue siendo un gran referente?
S: A mí ARCO me da igual también. Sí es verdad que los artistas tienen un gran interés en exponer en Arco porque allí se visualiza su obra, pero, ¿para qué?
A y L: ¿Entonces arco es una especie de postureo?
S: Bueno, no. A mí me parece bien que haya una feria de arte porque además ahora las galerías no funcionan, no sirven para nada, no hay coleccionistas. Entonces a lo mejor es cierto que en ARCO se anima un poco más la cosa y alguno compra. Yo conozco a muchos artistas estupendos que no tienen galería en Madrid, que es el único sitio donde realmente puede funcionar, y con ARCO tienen esa posibilidad de exhibir su trabajo. Pero yo estoy muy fuera ya de todo eso porque nunca me ha importado. Es más, ahora sé que tendré bronca con la galería porque no querré ir a ARCO, ya que veo que en cada stand hay muchos cuadros y de varios artistas, a veces mal colocados y que no van bien unos con otros. Yo, ¿para qué quiero ir a ARCO así? Si me dices que me dejas el stand para mí sola y que puedo poner dos o tres cuadros fantásticos, encantada. Pero para ir de esa otra manera, en un batiburrillo, no; no me interesa nada. Supongo que porque ya tengo muchos años y mucho que preservar.
A y L: Desde el principio has tenido claro que a ti lo que te importaba era que tu obra te funcionara el estudio. Visto desde este lado de la mesa, pareces una mujer muy libre, con una gran libertad interior.
S: Sí, además ¿sabes qué pasa? Quizá decirlo sea hasta un poco grosero, pero es que realmente tengo talento; es que, la mitad de las veces, lo que he hecho estaba bien, era bueno. Miro hacia atrás y lo veo. Pero como además me daba igual lo que dijeran y lo que yo hacía tenía calidad, al final -más o menos- estás ahí, estás en el panorama. Es una osadía decir que mi obra tiene calidad, pero es que es verdad. Como tengo ya muchos años, lo puedo decir.
A y L: Dices que en España ya no hay coleccionismo. ¿Y en otras ciudades como París, Nueva York o Berlín?
S: Yo creo que estará mejor en otros sitios pero no lo sé. De París no tengo ni idea; Alemania quizás porque es el país europeo donde está más fuerte el arte. No sé en estos momentos cómo está, pero mejor que aquí seguro, porque aquí la cultura es una calamidad y la plástica está fatal.
A y L: Tú has dicho que cuando algo es verdadero el arte revela verdades. ¿Qué forma de verdad piensas que hay en el arte?
S: Es una pregunta difícil. Lo que pasa es que la verdad está en el arte, pero ¿la verdad de quién? Supongo que la de cada artista. Si lo que te interesa es realmente el arte, el arte como concepto en general y además el arte que tú produces, estás trabajando solo por el arte y no por el mercado, por llegar a algo o por vender. Entonces esa verdad sí es importante, pero es cada artista el que tiene que defender esa verdad. Su verdad.
A y L: Porque al final tú manifiestas tu forma de ser o tu interés en el arte.
S: Claro, ese es el concepto de verdad.
A y L: ¿Le interesa la filosofía?
S: Me encanta, me gustaría estudiar filosofía. De hecho, yo no leo novela de ficción, leo ensayos, filosofía. Es como la música, también me gusta mucho la música, pero no entiendo nada de música. Con la filosofía me pasa lo mismo.
A y L: María Zambrano decía que la poesía explica mejor la verdad del hombre que la filosofía. El arte de Soledad Sevilla, para nosotras poético en muchos aspectos, ¿busca expresar la verdad de una forma más profunda y certera?
S: Claro, sí, seguramente. En este momento el arte va de otro palo, es otra cosa. Ahora mismo tiene que tener un mensaje o político o social; si no, no interesa nada ni va a ninguna parte. Una cosa como lo que yo hago no le interesa a nadie o a casi nadie. Pero a nivel institucional, el Reina Sofía o los museos en general jamás me harían una exposición a mí; es una tendencia internacional. Ahora mismo, el arte que se produce tiene que tener ese contenido y ese mensaje; si no, no sirve.
A y L: ¿Y esa búsqueda de lo poético no te parece a ti que se acerca mucho a la verdad que quieres transmitir?
S: Sí, sí, seguro.
A y L: ¿Consideras que la belleza sigue teniendo alguna función?
S: La belleza desde el punto de vista tradicional y convencional no me interesa; lo que me interesa es el mensaje poderoso que puede llevar el arte.
A y L: ¿Por qué te parece que sigue siendo importante la belleza, por qué vale la pena salvar la belleza?
S: Bueno, porque desde luego mi manifestación artística está ligada con ese terreno. Es mi manera de trabajar. Yo soy fundamentalmente artista y cuando me pongo delante de mi trabajo en blanco para empezar, no se me ocurre nada que no sea perseguir que eso sea bello por encima de todo; ese es mi objetivo. No sé por qué hay que salvarla, lo único que sé es que es mi manera de expresarme.
Yo no milito en el arte de conceptos como lo político, lo social o el feminismo. Soy feminista, claro que sí, porque soy mujer y porque tengo que defender el proyecto de la mujer, pero no lo aplico a mi trabajo. Mi trabajo va por libre, va por otro lado; solamente por eso ya me interesa la belleza.
A y L: ¿Por qué crees que se ha desvinculado tanto del arte contemporáneo de la belleza?
S: Pues no lo sé, quizá porque son tendencias generales actuales de la sociedad. La verdad está bastante vapuleada y bastante mal, y también parece lógico que esa sea la respuesta de los artistas. Su respuesta siempre ha estado en relación con el momento que les ha tocado vivir, eso no es ninguna novedad.
A y L: Soledad Sevilla ha sido siempre una artista conceptual y, a la vez, nuestra percepción es que usa un modo sutil de expresión, un modo poético, sugerente, incluso espiritual. ¿Es un lenguaje buscado o natural? ¿O fue buscado y se convirtió en natural?
S: No, lo que buscas cada día cuando te pones a trabajar es que eso funcione, que sea bello. ¿Natural? Tu naturaleza es llegar a eso. ¿Que es muy natural que salga? No, tienes que currar, tienes que estar 8 horas ahí para que funcione.
Cuando estaba dando clase en la Facultad aquí en Granada los alumnos venían a decirme: “es que se me ocurre una cosa preciosa…”. Y mi respuesta era: “HAZLA, que aquí tenemos todos unas ideas preciosas pero lo importante es ponerte a ello, a ver lo que sale”. Se te ocurre, de acuerdo, pero hasta que no te pongas a hacerlo no sabrás si eso que se te ha ocurrido merece la pena o no, si es bello o no, o si no tienes que seguir por ahí. Porque a veces se trata de ideas que llevan a caminos sin salida.
A y L: ¿Te aportó algo dar clase?
S: A mí todo lo que me saque del estudio me pone de los nervios. Yo empezaba todas las temporadas bien: “no pasa nada y es estar en contacto con colegas y con gente joven…”; fantástico. Pero al cabo de tres meses me subía por las paredes porque quería estar pintando en mi estudio y no en la Facultad. ¿Qué me aportó? Conocimiento de mucha gente. Y por lo demás, más aportaba yo que lo que aportaban ellos; veía que muchas cosas las hacía yo. Te vienen con una idea muy embrionaria, pero no la ven y tú se la acabas poniendo en marcha.
A y L: Les enseñas el camino.
S: Claro, cómo ponerlo en práctica. Que de la idea pasen al objeto.
A y L: ¿Por qué tu obra recurre tanto al ritmo, a la línea, a la secuencia, a la repetición?
S: Porque nunca son elementos aislados, es una idea que se desarrolla por etapas, como en las novelas. Cuando tienes una idea tienes que ir poco a poco poniéndola en marcha hasta que llega hasta el final. Y (eso pasa muchas veces) cuando ya lo dominas, cuando te sale, cuando no hay oposición y te sale bonito a la primera, ya no te interesa nada. Lo dejas y te pasas a otra cosa. Eso lo hablamos mucho con otros artistas y amigos: pero ¿por qué seremos tan tontos, que justo cuando ya te está saliendo tengas que dejarlo y necesites ponerte con otra cosa, en vez de sacarle partido a eso? Pues no, tiene que haber esa oposición. Como sea una cosa fácil, que fluye, ya lo has conseguido y tienes que ponerte con otro tema.
A y L: Se define como pintora y no solo ha pintado con pintura sino con la luz (“Somni recobrat; Fons et origo; Toda la torre”). ¿En “Escrito en los cuerpos celestes” también está pintando de alguna forma el espacio o es otra expresión artística distinta de la pintura?
S: Cuando es la instalación es un trabajo en tres dimensiones, ya no tiene nada que ver con la pintura. Otra cosa es que hay instalaciones que tienen pintura como es el caso de “En ruinas”, que fue la instalación del Castillo de Vélez Blanco o la serie de la Alhambra. En el caso de la Alhambra fue al revés que en Vélez: primero hice la pintura y después la instalación.
A y L: Pero no te defines como una artista multidisciplinar sino como pintora.
S: A mí lo que me gusta y lo que soy es pintora. Otra cosa es que después haga las instalaciones, pero yo nunca podría dejar de pintar y sí podría dejar de hacer instalaciones. De hecho, ahora no tengo ninguna instalación en el horizonte, pero sí pinto, eso sí.
A y L: Vemos en tu obra luz, líneas, ritmos… En cambio, la figura humana está completamente ausente.
S: Sí, pero lo que hago no es tanto evitar la figura como el tratar siempre de evitar la referencia formal a algún objeto o a algo, porque yo soy de una generación que reaccionó en contra de la academia. Defendíamos la abstracción por encima de todo. Recuerdo el descubrimiento de Rothko, fue como encontrar a Dios de repente. Entonces esa aspiración la teníamos clarísima, no solamente yo, sino mi generación. Éramos abstractos, por reacción contra la academia que nos había aplastado tantos años, tanto tiempo; y porque quizás era el momento de la abstracción. Así que yo sigo en esa batalla. De hecho, en la serie de la Alhambra no me gustaba nada cuando aparecían los arcos. Pero al final no lo pude hacer de otra manera más que presentando columnas o arcos.
A y L: Nos gustaría volver al ritmo y a la línea… porque siempre haces muchas líneas, Soledad.
S: Sí, yo creo que he estado siempre en la geometría. Y ahora he vuelto a la geometría de la línea que ha sido una constante en mi trabajo. Una unidad que empezó con la línea, con la que yo construía hexágonos y superposiciones de diferentes planos de geometrías y ese elemento único ha sido una constante. Después, cuando no podía pintar porque estaba con la enfermedad, pensaba: “si yo no me puedo mover, pues
que se mueva el cuadro”. Y entonces hice esa pincelada que después aparece en todos los “Insomnios”, que era como un elemento, una unidad que -acumulada- rellenaba el espacio, y desaparecía y se convertía en campos más extensos. En el fondo es eso, una unidad. Después, fue la fase de los apóstoles que era otra cosa, pero también era como una unidad de un elemento de la madera.
A y L: Y las telas de los secaderos, que también estaban basados en la línea.
S: Exacto. Y ahora estoy haciendo otra cosa de líneas, una geometría con líneas.
A y L: Con líneas, con secuencias y con repetición que al final se convierten en una unidad, pero a partir de una línea.
S: Efectivamente. Y ahora parto de una visión general de algo basándome en los azulejos que hay en las fachadas de Lisboa. Portugal tiene esa cerámica en todas las fachadas y es impresionante cómo las trabaja. Hay ahí mucha geometría y figuras preciosas. Yo, a partir de una geometría, de una imagen de cualquier fachada de Lisboa, la reproduzco primero tal cual, como está en la foto. Y después, por pasos, por mínimos pasos, voy haciendo que desaparezca hasta que llegue al blanco, pero siempre basada en esa misma estructura. La estructura no desaparece pero le voy aplicando el color, de manera que pierde intensidad hasta que llega al blanco. Luego cojo otro tema y hago lo mismo: empiezo con el tema fuerte y le voy quitando intensidad hasta que llega al blanco.
A y L: ¿Tienes pensado exponer esta secuencia?
S: Sí; cuando me toque en mi galería en Madrid, la Marlborough. Voy a intentar que también me lo exponga el Reina Sofía. Porque para completar los cuadros que necesito para la galería, que son 157 piezas de 46×46, llevo casi un año y me quedan dos. En la galería los tienen algo menos de un mes, así que voy a ver si Manolo los quiere aceptar para el Reina, cosa que dudo porque no quieren pintura, no les interesa. Pero si expones en el Reina Sofía, lo mantienen por lo menos dos o tres meses. Y en el caso de una obra que te cuesta tanto y que luego sabes que no se va a vender, por lo menos que se vea.
Me he planteado este trabajo, esa secuencia, toda expuesta en línea en la galería, que es muy grande. Empezando en la entrada, y cada 6 cm un cuadro hasta terminar en el final de la galería.
A y L: ¿Cuánto hay de inspiración y cuánto de trabajo en tu obra?
S: De inspiración poco; trabajo es lo que hay. Inspiración es el flash que tienes un día y dices: “con esto tengo que hacer algo”. Y después, trabajo. El 99,9% trabajo.
A y L: ¿Han superado tus obras tus expectativas?
S: No, yo creo que no, realmente sigues porque no has conseguido lo que querías.
A y L: ¿Alguna vez cambiarías luego algo de lo que has hecho?
S: No, en pintura no lo cambiaría. Pero sí pienso que lo que se tiene que volver a hacer son las instalaciones. Porque en las instalaciones no sabes lo que va a pasar y es cuando está montada cuando dices: “cambiaría esto y volvería a hacer esto otro…”.
A y L: ¿También aprendes de cada instalación a manejar más herramientas para diferentes instalaciones?
S: Yo creo que no, porque cada instalación es diferente y realmente es cuando me ofrecen un espacio cuando me pongo a pensar en ella. Y cada espacio es diferente y cada cosa que sale es diferente.
A y L: ¿Qué disfrutas más de la instalación, cuando la estás pensando en el estudio o cuando ya se está construyendo?
S: Realmente, yo no disfruto con la instalación. Yo la pienso y entonces ya casi no hago yo nada más, me la tienen que hacer toda. La paso a la empresa que la va a construir salvo alguna como la de las mariposas o la de las hojas en Valencia.
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esa, por ejemplo, me tuve que poner a montarlas yo porque, aunque ya estaban los paneles con las hojas puestas, eran paneles independientes y las hojas que estaban en las juntas había que quitarlas para desmontar los paneles y luego volvérselas a poner, que era mucho trabajo.
A y L: ¿Y la de Córdoba?
S: En Córdoba me la hicieron toda. En Madrid la hice yo con un grupo de amiguillos que nos juntamos y la hicimos, pero en Córdoba me la montaron, que era un espacio de siete metros de altura.
A y L: Entonces, ¿en lo que más disfrutaste en Córdoba fue en la confección del espacio?
S: No, viendo el espacio. El C3a de Córdoba es inmenso, tiene unas paredes mastodónticas, enormes, y tenía que pensar un sitio en el que fuera posible, porque en según qué muros era imposible. Aparte, eran muros muy abiertos, así que tenía que ser una cosa más recogida y quedó muy bien. Fue un espacio perfecto. ¿FOTO INSTALACION DE CORDOBA?
A y L: Cambió completamente la percepción espacial
S: Sí, totalmente.
A y L: Cambiamos a un tema diferente. ¿Existe una experiencia de límites por parte del artista en el proceso creador? ¿Y de inspiración o convicción de que lo que se tiene no es propio sino dado?
S: No, yo creo que lo que yo me planteo en principio se puede; es una cuestión de tiempo, de poder hacerlo. Por ejemplo, lo que tengo ahora entre manos es una cuestión de tiempo y necesito mucho para poder elaborarlo. Pero ya está, teniéndolo, no creo que haya límites. Y en las instalaciones también: pienso la idea y si se puede se hace y si no, no. Pero me da un poco igual, porque lo voy adaptando. De eso también me he mentalizado porque ya sé que no puede ser todo lo que planteo. Por otra parte, tienes una idea y es importante defenderla y saber que tienes que llegar a ella; pero si no se llega del todo no pasa nada. También me he dado cuenta de eso, de que lo espacial es otra cosa, otro concepto: como yo lo veo no lo ve nadie y si eso que yo veo no sale, no importa, porque lo que sale es lo que tiene que salir y está bien.
A y L: En varias entrevistas has hecho referencia a que consideras compatible la mística y lo laico. Nos gustaría que abundaras algo más sobre el tema.
S: Lo que quiero decir es que para ser místico no tienes que estar militando o profesando una religión. Como decía Cezanne en una carta que le escribía a su hermano: “
¿será esto como una religión que exige seres puros que le pertenezcan por completo?”. Pues desde luego no sé si exige seres puros, pero que es como una religión, y que le perteneces por completo… eso seguro. Me refiero a eso, a que hay una actitud muy mística en el trabajo del arte. No me creo nada, no soy religiosa y por eso soy laica; pero sí soy mística.
A y L: Parece que el arte tiene la capacidad de hacer visible lo invisible.
S: Es eso, realmente lo que el arte debe hacer es eso, visible lo invisible. Otra cosa es que los demás sean capaces de ver eso invisible que tú crees que has hecho, que has puesto ahí. Como hemos hablado antes, ahora es un momento muy poco propicio para que la gente vea lo invisible en lo visible. Porque contemplar un cuadro o una obra de arte requiere pararse, mirar, disfrutar… y eso no se hace.
A y L: ¿Y también requiere educación y cultura?
S: Sí, mucha.
A y L: ¿Qué aporta un artista al mundo del siglo XXI? ¿Por qué vale la pena serlo?
S: Nada. Es que no creo en mi labor como salvadora de la humanidad.
A y L: ¿Pero aportar belleza no es aportar?
S: Sí, pero si es que eso nadie lo quiere. Yo sé en el mundo en el que estoy, sé lo que pasa, quién va a las galerías, quién compra: nadie.
A y L: Sin embargo, los museos están cada vez más llenos y de gente normal. Estos lugares han pasado a ser no solo para contemplar el arte sino para el ocio, es de alguna manera como pasar una tarde en el parque.
S: Curiosamente los museos sí. Pero qué ve en el museo toda esa gente que entra es lo que quisiera yo saber. Qué es lo que entienden y qué ven. Os sonará la expresión: “Buf, eso lo hace mi niño”. Vale, y eso ¿qué quiere decir? Que no entiendes absolutamente nada, pues tu niño no lo hace. Porque es como si tu niño imitara los sonidos del chino… pero no habla chino, está imitando a alguien.
A y L: Seguimos pensando que el arte aporta y que la gente valora a los artistas, por
mplo a ti. La obra de Soledad Sevilla está muy reconocida, es una obra que interpela, que comunica y produce ese impacto que no deja indiferente al visitante.
S: Lo que pasa es que quizás no estoy pensando tanto en mí, ni en lo que puede hacer mi obra, sino en una visión más general, en lo que podemos aportar los artistas en esa situación de la sociedad. No sé, yo pensaba que podemos hacer nada o poco, pero bueno, a lo mejor no es así.
A y L: Acabamos ya, aunque siempre quedaría conversación contigo, Sole, gracias por tu tiempo. ¿Hay algo que te gustaría hacer y que todavía no has hecho?
S: Sí, seguramente muchas cosas. Lo que pasa es que no pienso en ello, no estoy en el futuro, vivo más en el presente. Lo que todavía no he hecho es lo que tengo entre manos que quiero terminar. Y después, ya llegaré a hacer lo que tenga que hacer.